Doscientas palabras

¿Qué podemos contar con doscientas palabras? En esta pregunta se esconde el kit de la cuestión y solo se usaron seis.

Los columnistas que escriben cada día en los distintos medios, cuentan con un número concreto de palabras para rellenar su espacio. Ni una más.

Es una forma muy potente de resumir al máximo, pero que se entienda, aquella noticia que les encargó su jefe de redacción.

Los anuncios por palabras también tienen su qué. Poco es mucho, dicen los especialistas.

Con doscientas palabras puedes enviar al traste todo un proyecto. Solo son 200, pero con un peso de diez mil.

Contar una historia inverosímil, una tragedia, un relato corto, parte de un ensayo, la sinópsis de una novela, la necrológica del viernes, la primera redacción de tu hijo o hija (viva la inclusión) que su profe le encargó; escribir sobre el cambio de hora en invierno, pero solo utiliza doscientas palabras.

El reto no consiste en escribir ciento noventa y nueve o doscientas una. La idea es construir una narración interesante, únicamente con doscientas palabras. Ni una más.

A la pregunta inicial de si se puede hacer, abre tu libreta, agarra un lapicero y compruébalo.

Hasta aquí son doscientas.

by Letslukin

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Eso es lo que tengo para contarte esta historia que nadie recuerda en su totalidad, solo en fragmentos.

En un pequeño pueblo, una anciana llamada Ada decidió escribir la historia de su vida. Con sus manos temblorosas, tomó una pluma y comenzó a escribir. Pero pronto notó algo extraño: sus palabras desaparecían al alcanzar las doscientas. Con cada frase que escribía, el papel se borraba mágicamente, como si una fuerza misteriosa pusiera límite a sus recuerdos.

Desesperada, intentó escribir sobre su juventud, el amor que una vez conoció, la familia que crió. Pero cada línea que pasaba de ese límite se evaporaba en el aire, como si jamás hubiera existido. Frustrada, se dijo a sí misma: “Si solo tengo doscientas palabras, ¿qué es lo más importante que quiero recordar?”

Entonces, Ada se centró en lo esencial: escribió sobre el olor a jazmín en la primavera, las risas de sus hijos al correr por el jardín y el abrazo cálido de su esposo en una noche de invierno. Y al terminar, se dio cuenta de que aquellas doscientas palabras contenían toda su vida, lo verdaderamente importante.

Esa noche, Ada durmió en paz. Sabía que, aunque breve, su historia ya estaba completa.

by Culturanima