El nepotismo (también llamado enchufe por el pueblo llano), entendido como la preferencia y el favoritismo hacia familiares o amigos en el ámbito laboral o en posiciones de poder, es una práctica que ha existido siempre. Aunque muchos lo ven como una simple forma de ayudar a los seres queridos, en realidad, chupa la sangre al resto de mortales y es una lacra que socava los principios de equidad y meritocracia.
Cuando se da prioridad a alguien únicamente por sus conexiones personales y no por su competencia o capacidades, se crea un entorno en el que el talento y el esfuerzo pierden valor. Esto no solo genera frustración entre los trabajadores que se esfuerzan por ascender en función de su mérito, sino que también afecta negativamente al rendimiento y la productividad de las organizaciones.
El nepotismo es como un WiFi lento: frustrante, injusto y siempre parece beneficiar al vecino antes que a ti. Mientras tú te esfuerzas por cargar la página de "oportunidades laborales", otros ya están conectados directamente al router del poder familiar. Claro, sería genial tener un jefe que también fuera tu primo y te invitara a la barbacoa del domingo.
Al final, el nepotismo es como esa canción pegajosa que nadie pidió pero que todo el mundo tiene que soportar… ¡Incluso si no es tan buena!
****
«Si mi padre hubiera pasado por el tubo de los trepas, si hubiera sido uno de ellos, probablemente mi posición laboral habría sido otra muy distinta. Como mínimo, tendría un cargo y un buen sueldo de cinco cifras».
Eso le decía Fulanito a Lucas una tarde de balones de cristal con Bourbon y un poco de hielo para no distorsionar el sabor del brebaje.
Si tienes un atisbo de posibilidad de comerle la p… a alguien importante, a esos tipejos que viven de la política o de los consejos de administración, tienes más probabilidades de acabar en un cargo de no se sabe qué, pero con sueldos de vértigo.
Si no me crees, date una vuelta por las noticias de la inmoralidad, para ver que no exagero.
Maridos de esposas con cargo que acaban en un consulado o en una delegación misteriosa que nadie sabe para qué sirve. Hijos de primeras figuras que no saben hacer la “o” con un canuto y sin embargo disponen de tarjetas de crédito sin límite y trabajos con un enchufe tan grande como sus ovarios o cojones, según de que género se trate.
Si su padre hubiera tenido enchufe, seguro que otro gallo cantaría.
****
Siempre deseé ser una enchufada, que la vida me pusiera las cosas más fáciles. Ni mi propio padre hizo nada para que esto fuera así y eso que conocía a un montón de personas. Era agente de seguros.
—Todo lo tienes que conseguir con tu propio esfuerzo, —me decía una y otra vez.
¡Y tanto que sí! Eso fué lo que me tocó hacer, esforzarme y mucho, hacerlo todo yo sola, sin la ayuda de nadie.
«Papá, me podrías haber echado una mano…»
Y yo me pregunto ¿Cómo se deben de sentir los enchufados, que además, son ineptos? Dígase nepotismo, puro y duro. Esas personas que consiguen un puesto de trabajo de mucha importancia y compromiso por recomendación de…o a cambio de… sin estar preparados. ¿Serán personas sin escrúpulos ni sentimientos? ¿Sin ningún tipo de responsabilidad propia y ajena? ¿Les dará igual que su ineptitud pueda llegar a provocar incluso muertes? Creo que es así.
Ahora me alegro de no ser una enchufada, aunque estuviera preparada para el puesto. Hay que saber ser y estar en el lugar que te corresponde y puedes asumir, ser humano, muy humano.
Allá cada uno con su conciencia… con su inconsciencia…
by solillum
🥇