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El precio de un zumo de naranja

Actualizado: 13 nov

Hace poco discutía con un amigo por qué un zumo de naranja, de los normales, tiene un precio equivalente al valor del barril de Brent.


¿Qué diferencia existe entre una máquina que parece un artilugio del infierno a coger una naranja, partirla por la mitad y apretarla en un exprimidor de toda la vida?


¿Acaso hay que amortizar el artilugio del infierno, que debe costar una pasta, y la mejor solución es que lo sufraguen los clientes?


No lo acabo de ver claro.


¿Cómo puede costar el mismo zumo desde tres euros en el bar de la esquina hasta los ocho que pagué no hace mucho en un Bistró lujoso?


¿Tal vez las naranjas del artilugio estudiaron en Harvard y por esa razón son de primera categoría en contra de esas otras naranjas de barrios bajos que estudiaron en el instituto?


De todas maneras, ¿qué más da? Tampoco voy a entablar una conversación con ellas; ni siquiera con el camarero o camarera de turno que me lo va a hacer.


Tal vez, ahora que lo pienso, igual estamos pagándole los estudios al humano para entrar en Harvard. Dicen que la matrícula cuesta tanto como el valor del barril de Brent.



****

¿Quién diría que en 2024 un vaso de zumo de naranja se estaría acercando a la categoría de "objeto de lujo"? Sí, estamos hablando del zumo de naranja, esa deliciosa bebida que, hasta hace poco, pedíamos sin pensar. Pero hoy en día, te sientas en una cafetería, pides tu zumo y… ¡boom! El precio parece digno de una joyería.


Me pregunto: ¿será que ahora cultivan las naranjas en Marte y por eso están tan caras? ¿O que cada una es cosechada con delicadeza por monjes zen mientras recitan mantras? Porque, a este paso, nos van a ofrecer pagar el zumo a plazos con financiación a largo plazo, con intereses bajos, claro.


Ahora los camareros te observan con admiración: "Este cliente tiene clase, sabe lo que es un lujo". Y ahí estás tú, sosteniendo ese vaso como si fuera el cáliz sagrado, mientras calculas cuántos zumos más podrías pedir antes de tener que vender tu riñón.


Compañeros del buen beber, aprovechad ahora que todavía podéis pedir un zumo sin que nos lo sirvan en una caja fuerte, porque pronto será más exclusivo que una copa de vino de reserva.


¡Viva el éxtasis frutal! ¡Salud!


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