Necesidad
- dowlezes
- 12 jun
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Te necesito como se necesita el aire que no se ve, como la tierra seca ansía la lluvia antes de saber su forma. No sé de qué están hechos tus ojos ni qué palabras se entrelazan en tu voz, pero sé que habitas en algún rincón invisible de este universo que me llama. Eres el vacío lleno de promesas, el eco de algo que nunca he conocido pero que siempre he sentido.

Te necesito como se necesita un hogar, incluso antes de haberlo construido. En el silencio de las noches, tu ausencia es un murmullo constante, un recordatorio de que falta algo que aún no tiene nombre. Tal vez seas un rostro que nunca he mirado o una melodía que nunca he escuchado, pero estás ahí, en la raíz de mis anhelos, como el calor de un sol que todavía no amanece.
Te busco sin buscarte, en el vaivén de las olas, en el susurro del viento, en cada esquina que cruza mi mirada. No sé quién eres, pero sé que eres. Eres la necesidad que no comprende su origen, el hilo invisible que me une a lo desconocido. Y mientras mi vida sigue su curso, hay un rincón en mi alma que te guarda, como quien guarda una semilla sin saber aún qué florecerá.
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¿Qué necesidad tenía de romper aquella fotografía? ¿Tanto dolor le producía mirarla? Con que la hubiese guardado en el fondo del baúl habría sido suficiente.
Samuel solo quería olvidar.
Ver otra vez aquella imagen le activaba aquella herida tan profunda en su delicado corazón.
—Recuerda que es uno entre un millón, —le repetía su amigo del alma. Eso solo ocurre una vez en la vida y sin embargo, preferiste borrarlo de tu memoria.
—¿Acaso tenías tanta necesidad de hacerlo así?
Samuel no se pudo contener más y arrancó a llorar como un niño. Sabía que lo habían desahuciado y no se podía permitir el lujo de hacerlo sufrir ni un minuto más.
Pese al vacío tan grande que dejó su partida, después de veinte años, sigue pensando que fue la mejor decisión de su vida.
Ahora, con su alma en paz y la mirada reposada, vuelve a disfrutar de esos largos paseos por el campo, con su nueva amiga.
Ya, con paso lento, pero sereno, Samuel y su querida galga Bimba, siguen recorriendo los mismos lugares que frecuentaba con Topi, su fiel pastor alemán que un día de hace veinte inviernos tuvo que tomar la peor decisión de su vida.
La raza humana, somos la especie humana con más necesidades que cualquier otra. Y necesidades de todo tipo. Nunca alcanzamos el completo, porque siempre necesitaremos algo más. Está implantado en nuestra genética.