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Sin eufemismos, por favor

En un pequeño país, surgió un político diferente a todos: Honorio Franco, famoso por decir siempre las cosas tal como eran. Mientras otros usaban eufemismos para adornar sus discursos, Honorio decía la verdad sin filtros.


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En su primer mitin, comenzó así: 

—Compatriotas, vengo a prometerles que no voy a prometer nada que no pueda cumplir. Si quieren calles nuevas, habrá que subir los impuestos, y sí, será un fastidio. Si buscan empleo, les toca aprender algo útil, porque no podemos inventar trabajos que no sirven.


El público quedó boquiabierto. Sin embargo, algunos empezaron a aplaudir tímidamente, impresionados por su brutal honestidad.


Cuando le preguntaron sobre la economía, respondió: 

—Estamos mal, y vamos a seguir mal un rato. Pero si dejamos de gastar en tonterías, quizá mejoremos. Y no, no hablo solo del gobierno; hablo de ustedes también.


Con cada intervención, ganaba seguidores y enemigos a partes iguales. Los periodistas lo adoraban porque no necesitaban interpretar nada. Un día, alguien le preguntó sobre su futuro político, y dijo: 

—Si no me eligen, me dedicaré a vender bocadillos. Así al menos sabré que estoy alimentando a la gente de manera literal.


Sorprendentemente, ganó las elecciones. Durante su mandato, los resultados no fueron milagrosos, pero nadie se sintió engañado. Al final, la sinceridad, aunque incómoda, resultó ser un soplo de aire fresco.



****

—Doctor, ¿está seguro de que mi marido se pondrá bien? Ese color tan amarillo en la piel y en el blanco de los ojos no me da muy buena impresión.

—No se preocupe señora. Su marido se encuentra en buenas manos.


Gertrudis no acababa de entender esa respuesta. El doctor Jiménez carecía de brazos. Se los seccionó en un accidente de esquí justo el día que tenían que hacerle una transfusión de médula a Juan, su marido.


Trudis, cada vez confiaba menos en la recuperación de Juan. 


Cada día, desde que se instaló hace ya tres meses en la sala de espera del hospital, preguntaba lo mismo.


—¿Usted cree que mi marido saldrá de esta? Por favor, dígamelo sin eufemismos, por favor. He criado sola a siete hijos y puedo con todo.

—Mire señora Gertrudis, nuestro equipo de médicos es de primer nivel y esa curiosa enfermedad que contrajo su marido es altamente contagiosa, pero no se preocupe. Cuando menos se lo espere, su marido Ernesto estará como unas castañuelas y podrá volver a su vida normal.

—Oiga doctor, que mi marido se llama Juan.


El equipo del doctor Jiménez se pasó tres meses atendiendo a otro paciente por error.


—Señora, si alguien le pregunta por qué su marido tiene ese color de piel, siempre puede responder que es chino.



1件のコメント

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Streetjas
hace 6 días
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Muy buenos relatos 😂😂😂👍🏻

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