El baño, ese santuario de paz donde finalmente tenemos un momento para nosotros mismos... ¡o al menos eso creemos!
Ahí estás, pensando en tu infancia, en si deberías empezar a hacer yoga o en por qué nunca has aprendido a hacer una tortilla perfecta. Y luego viene ese momento incómodo en el que escuchas a la persona en el cubículo de al lado intentando hacer lo suyo en completo silencio, pero tú sabes que en cualquier momento ese "silencio" va a estallar en una sinfonía de sonidos.
¿Quién no ha vivido esa experiencia incómoda de encontrarte a alguien en la puerta del baño justo después de haber salido? Sabes que esa persona va a entrar y descubrir el pequeño "souvenir" aromático que dejaste atrás. ¿Qué haces en ese momento? ¿Una sonrisa tímida? ¿Una mirada al suelo como si estuvieras analizando la textura de los azulejos?
Lo mejor es cuando el baño tiene esos letreros motivacionales en la puerta. “Sonríe, la vida es bella.” ¡Por supuesto que lo es, justo cuando estás en tu momento más privado, lidiando con una crisis existencial sobre el papel higiénico de baja calidad!
En el próximo viaje al wc, prueba a hacerte un selfie. ¡Sonríe!
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¿De dónde viene esa manía de saludarte con una sonrisa tímida, en algunos casos o socarrona en otros, cuando alguien sale del WC mientras tú esperas en la cola?
¿Es señal de que el saliente está más que satisfecho, sea lo que sea que haya depositado entre esas cuatro paredes, o acaso, es un lenguaje no verbal con el que te está transmitiendo que es mejor contener todo lo que puedas, la respiración?
No tengo ni idea, pero es curioso que un porcentaje bastante elevado opte por esa expresión.
Uno espera con una mezcla de ansia y angustia a que el otro humano salga de una vez, si se trata de un solo habitáculo, para entrar lo más rápido posible y da la santa casualidad de que el o la saliente, te ofrece esa sonrisa picarona.
Evidentemente, toda regla tiene su excepción. No a todo el mundo le da por sonreír. Algunos salen con un semblante triste, fruto de una derrota. Vamos, que no ha cagado a gusto o no pudo mear a sus anchas, tal vez por la presión exterior.
Piensas que llevas demasiado rato en el interior y, de repente, te acuerdas de los que están esperando afuera.
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¿Será la vergüenza?, ¿estar tan cerca de tu intimidad con un completo desconocido? He aquí el misterio, aún sin resolver.
Me sorprende… me sorprende mucho recibir esa sonrisa cada vez que entro o salgo del WC de un lugar público, dígase bar, restaurante, discoteca, teatro…
Sinceramente, cada vez que voy al baño, estoy esperando a ver si vuelve a suceder, se abre la puerta, aparece una humana, me mira a los ojos y me regala una bonita sonrisa, cordial, amable. No falla o falla muy rara vez.
En realidad, no es fácil ver a los terrícolas sonriendo y, menos aún, a alguien que no conocen, ¿o quizás sí?
Esta “extraña” actitud, amabilidad, hasta se podría decir empatía, refuerza mis ganas de ir al baño para recibir este bonito regalo, me hace sentir bien, segura de que no me voy a encontrar con ningún tipo de hostilidad, cosa, a menudo extraña en este bonito planeta.
Me gusta, me encanta recibir esa sonrisa desde un espacio tan cercano, donde apenas hay distancias, me hace sentir humana, me hace sentir que los “humanos” son más humanos y yo menos extraterrestre, aquí, en el planeta Tierra.
by Solillum
Bona iniciativa