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Treinta segundos

Aunque el grupo de asalto, liderado por el sargento mayor, había cumplido la misión con determinación, se encontraron con algunos imprevistos que no tenían controlados.


Una sola pregunta rondaba por sus cabezas. Si la puerta de acceso a la cámara no estaba sellada, ¿por qué tuvieron que cargar con tanto explosivo? De saberlo, habrían ido más rápido con menos peso.


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¿Acaso el tipo de la CIA había prescindido darles información importante? Al llegar a la base ya tendrían tiempo de pedir explicaciones. Ahora solo disponían de treinta segundos para recoger el material y salir zumbando de la fortaleza Rasnov.


El siguiente paso consistía en llegar al punto de extracción y abandonar el territorio sin ser detectados. Dos helicópteros Apache, con motores silenciosos, les estaban esperando. 


En el viaje de vuelta, Derrick se comunicó con el coronel Smith para darle la información que estaba esperando. Cuando llegaran a la base quería romperle la cara al tipo de la CIA, pero se lo pensó dos veces.


El coronel sabía que estos hombres actuaban por instinto y cualquier percance lo resolverían con celeridad y con la menor violencia posible.


Los cajones de la memoria contenían dos volúmenes repletos de información con la localización del oro robado por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.


El coronel felicitó al equipo por tan arriesgada misión.



****

Solo tenía treinta segundos. El reloj de la vieja mansión, detenido en el pasado, marcaba el inicio de la cuenta regresiva. Andrés, tembloroso, corría por los pasillos oscuros con la sensación de que algo lo observaba. Una llamada misteriosa lo había llevado allí esa madrugada, pero al llegar, la puerta se cerró de golpe detrás de él. No había salida, solo una escalera que descendía hacia la oscuridad.


A lo lejos, una risa macabra resonó, seguida de un gruñido gutural: “Treinta segundos…” La voz parecía provenir de todas partes, se metía en su mente, la llenaba de una terrorífica presión. Miró su reloj, la aguja avanzaba lentamente, cada segundo, más pesado que el anterior. No sabía qué debía hacer, pero algo dentro de él lo impulsaba a bajar.


En el sótano, descubrió una vieja caja de madera, con símbolos extraños grabados en ella. El reloj marcaba los últimos diez segundos. Desesperado, Andrés intentó abrirla, pero algo lo detuvo. Del interior, una sombra sin forma emergió y lo envolvió. El reloj llegó a cero.


La mansión volvió a quedarse en silencio. Nadie volvió a ver a Andrés. Solo quedó la marca de sus dedos en la caja, como un mensaje sellado por la oscuridad.


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Streetjas
hace 8 horas
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🙄😶🤐

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